Reseña — Por las carreteras de Sylvaine Prudhomme

Reseña — Por las carreteras de Sylvaine Prudhomme

Este libro se presentó ante mí gracias a la caja literaria Bookish. Es más, esta reseña existe gracias a esa caja. Los primeros datos que conocí sobre él es que había sido publicado por la editorial Alianza de Novelas y que era una obra traducida del francés. Asimismo, había ganado el Premio Femina 2019, cosechando positivas críticas en periódicos y revistas. En este momento, Sylvaine Prudhomme puede ser considerado como un autor consolidado en su país, pues ya ha publicado varias obras: Là, avait dit Bahi, Les Grands y Légende. Por las carreteras es el primero que cruza los Pirineos y llega a España. Decidí, finalmente, escribir mi opinión del libro.

Esta obra no tiene una sinopsis propiamente dicha, ya que se vale de un fragmento de la novela para presentar a los personajes y que el lector que se encuentra el libro en la librería pueda hacerse una idea sobre lo que trata. Intentaré realizar un pequeño resumen sin desvelar demasiada información. El personaje principal, aunque en ningún momento encontramos su primera persona, es un autoestopista. Todo el argumento gira en torno a su persona, a sus ideales. Este hombre se dedica a hacer autoestop. De esta manera, viaja por toda Francia. Sin embargo, con cada viaje realiza una foto al conductor y se guarda su email. Así, mantiene el contacto, ya que le entristece que esos minutos en el coche sean únicos.

No obstante, todo empieza a complicarse cuando este deja a su familia sola para realizar sus viajes. Su mujer y su hijo se quedan en casa esperando, recibiendo postales y alguna llamada a la semana. Toda la historia está narrada por uno de estos conductores, que decide abandonar su lugar de residencia y viajar a un pueblo del sudeste de Francia.

Uno de los factores más interesantes de Por las carreteras es, sin duda, el estilo de vida del autoestopista. El lector puede estar a favor o en contra de su forma de vivir, pero a este no le importa. Él seguirá viviendo a su estilo, es decir, como es feliz. Sin embargo, en ningún momento es consciente de todo lo que está dejando detrás. Se podría decir que es una persona egoísta y bastante interesado. Es más, en todos los capítulos no encontramos un ápice de arrepentimiento, de lucha interna por estar «actuando» mal. Esta dualidad de opiniones es un factor fundamental en esta reseña.

Además, creo que el principal problema de este libro radica ahí mismo: en sus personajes y en las relaciones que tienen entre ellos. Son previsibles, pero mal ejecutadas. Muchas respuestas no eran comprensibles y otras actuaciones, que deberían ser obvias, no lo son. Por ejemplo, el autoestopista está varios meses sin ver a su mujer y a su hijo. Toca al timbre de casa, abre y no hay efusividad, ni alegría ni tristeza. Supongo que el autor quiere mostrar la efusividad, pero cuando página tras página nos muestra el malestar de la mujer, no puede quedarse callada. Este hecho solo genera que el lector no empatice con sus personajes. Sin embargo, en ningún momento quiero que mi opinión del libro sea dañina, pero siento que en este punto podrían haberse esforzado algo más.

Obviando estos matices, la narración y la pluma es bastante delicada. No puedo decir que tenga un estilo rápido, pero tampoco lento. No obstante, sí que me gustaría destacar que los guiones de diálogo no están marcados. Son diálogos marcados con simples oraciones. Este estilo es muy común en la literatura francesa y anglosajona, aunque aquí en España no es tan común. No me molesta sobremanera, aunque hay ocasiones donde el dialogo se hace confuso y algo enrevesado.

Finalmente, me gustaría decir que es un libro que te hace reflexionar sobre diferentes formas de vivir, sobre el placer que encuentran otros en viajar sin planes, sin reservas, sin vehículo. Sentirte libre, sin nada que te ate, sin teléfono móvil. Los libros que te hacen pensar siempre son bienvenidos y, por eso, recomiendo Por las carreteras.

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