Reseña – Ordesa de Manuel Vilas

Reseña – Ordesa de Manuel Vilas

Antes de comenzar a escribir las reseñas siempre me gusta rebuscar en la red y comparar mi opinión con la de otros lectores. Leo reseñas profesionales, leo blogs de Internet, reportajes en periódicos, vídeos en YouTube. Muchas veces compartimos ideas, pero otras están muy encontradas. Ahí radica la magia de la literatura: la confrontación de pensamientos. No obstante, cuando encuentras tantas opiniones confrontadas, tantas ideas que debatir, no sabes de qué lado ponerte, pues las entiendes todas y podrías llegar a compartirlas. Intentaré obviar todas esas influencias externas y situarme en lo propio, en lo que me ha despertado la lectura. La reseña de Ordesa batallará, constantemente, entre lo que dicen y lo que siento.

En primer lugar, esta obra ha despertado millones de comentarios. Uno de los más importantes para mí es la recomendación de Juan José Millas, uno de los autores preferidos. Este dijo: “Hay libros salvajes, como la lubina del Cantábrico, pura plata brillando al sol que te duele cuando la pescas”. ¿Quién no va a leer una obra que se publicita así?

Comencé con la lectura: capítulos cortos, frases sencillas, nada muy confuso. Manuel Vilas nos cuenta, a partir de un personaje que se llama igual que él, una serie de recuerdos que tratan, en su mayoría, sobre sus padres o sobre su infancia. Nos va relatando como fue su infancia, como fue su adolescencia, su relación con sus padres. La narración es un constante ir y venir de sentimientos, de recuerdos. Nada está enlazado, no tiene una temporalidad definida, pero tampoco le hace falta. Una vez escuché que este libro es el “ir y venir del mar, de la marea” y creo que no puede haber mejor definición. Siento que es una nueva forma de literatura y que, por eso, ha conquistado a la crítica.

Por otra parte, no podemos olvidarnos de que Manuel Vilas es también poeta. Esta magia de su pluma la encontramos en cada oración, en cada pequeño hueco de su obra. Las descripciones están cargadas de emociones, los personajes son pura verdad. Sin embargo, si tuviese que recalcar algunas características que siento que entorpecen mucho la experiencia lectora son las repeticiones. En algunos capítulos breves se repite la misma palabra más de 10 veces. Entiendo que sea un juego del escritor, pero para el lector resulta tedioso.

Además, el comentario negativo que más veces he leído es que no hay elementos que enganchen al lector; la prosa se paraliza y es el lector quien tiene que tomar la iniciativa de continuar. No hay elementos que te apoyen, que te incentiven a continuar. Es cierto, es un hecho, pues en muchos momentos te sientes abandonado, como intruso en una obra que es únicamente del autor. Él se desgarra, cuenta toda su verdad y posiciona en el papel toda su vida, pero no podemos olvidar que estamos escribiendo para alguien, para unos lectores que compran el libro.

Este libro lo leí hace ya algunos meses, pero aún tengo sentimientos encontrados. Quizás ahí está la clave del éxito; quizá la incertidumbre es lo que me ha conquistado. Lo único que tengo claro es que este libro es de obligada lectura, aunque solo sea para debatirlo.

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