Encontrar un buen libro de cuentos es muy complicado. Por eso mismo, no quiero caer en banalidades al realizar la reseña de La casa de los eucaliptos. Quiero ser claro y conciso, sin andarme por las ramas. No conocía a Luciano Lamberti, no sabía de la existencia de esta obra aunque se escribiese en 2017. Nos encontramos doce cuentos que se introducen dentro del género de terror. Sin embargo, me gustaría indicar que no soy muy afín a este género. Tengo muchos problemas cuando me enfrento a este tipo de literatura. Y, efectivamente, todos esos problemas los he encontrado aquí, en La casa de los eucaliptos.
En primer lugar, me gustaría tratar la prosa del autor: es diferente y especial, con un toque característico de su Argentina, su ciudad natal. Cuando comencé la lectura no me informé sobre su nacionalidad, pero al leerlo lo supe, lo adiviné. Este simple hecho me conquistó, pues me agradó que el autor llevase su tierra por todo el mundo. Su obra ha saltado el charco y ha triunfado con sus expresiones, con su forma única de escribir. No podéis llegar a haceros una idea de lo confuso que resulta leer a un autor hispanohablante que presenta a sus personajes con nombres ingleses. Debemos estar orgullosos de quienes somos. Además, el simple hecho de ser consciente de quién eres y de tu procedencia genera una obra unificada, pues la pluma y las temáticas serán sinceras —aunque esté dividido en cuentos independientes.
No obstante, no considero que mi conflicto con este libro radico en su pluma, pues esta me ha parecido una delicia; este se encuentra en su temática, en los argumentos de los cuentos. No quiero tratarlos individualmente, pero siento la necesidad de comentar el que le da nombre a este compendio: La casa de los eucaliptos. Este es el segundo cuento y trata sobre un hombre que recibe la visita de una criatura extraña que le da órdenes. Estas conversaciones se vuelven intrigantes y misteriosas, pero cuando comprendes las acciones y lo que está pasando realmente te produce repulsión. Seguramente esta fuese el objetivo del autor, pero siento que incidir sobre el morbo y describir esas violaciones y asesinatos me sacó, por completo, del interés lector. Tuve ganas de abandonarlo, de cerrarlo y dejarlo en una esquina de la estantería, pues dejó de interesarme, pero continué. Mi intención era, únicamente, saber el final. Confiaba en que fuese inteligente, quizás diese todo la vuelta. Pero no fue así. Me quedé con las mismas dudas y con el pensamiento de que el autor únicamente sabía incidir sobre cuestiones sucias y oscuras para llamar la atención. ¡Había tanto qué hacer! ¡El autor puede hacer tanto con su prosa…!
Finalmente, solo me gustaría decir que sí que hay relatos que merecen la pena, pero en esta reseña no puede recomendarlos. Mi máximo problema es el cuento que estado antes comentando. Quizás no entendéis mi enfado, pero si le echáis una hojeada encontraréis acciones machistas y misóginas que van desde violaciones hasta asesinatos. No, definitivamente no. Creo que el género de terror engloba otras características.