Wow, ¡disfruto tanto cuando me topo con un libro así! En esta reseña de Hijos de la tormenta quiero ser completamente sincero. En parte, me siento en deuda con la obra, pues no creo que pueda igualar el trabajo de la autora: introspección y buena narración. Espero despertar en mis lectores los mismos sentimientos que ha generado en mí.
Susana Lago Losada es una mujer que nació y creció en As Pontes de García Rodríguez, en Galicia, España. Sin embargo, también tiene un gran arraigo a Valtuille de Abajo. Ella indica que «nunca fui de ningún sitio, siempre [fui] amante de los dos lugares». Esta es su primera obra. Ha encontrado la inspiración en las «múltiples dolencias que le condenaron a largas estancias en su casa». En un primer momento, ella no se sentía interesada por la literatura ni la escritura, pero le animaron a escribir todo aquello que sentía. Así surgió este libro, esperando todos los que la hemos leído que no sea la última.
Hijos de la tormenta cuenta la historia de Azucena, la menor de tres hermanas. Lo primero que debemos saber es que esta es una autobiografía ficcionada, ese género que está tan presente en la actualidad. Usa este personaje inventado para darle voz a su historia, la real, la vivida durante tantos años. Como bien se indica en su prólogo «nos muestra una obra de ficción realista basada en hechos reales y salpicada de fantasía». ¿Qué es real y qué no? Nunca lo sabremos, pero ese misterio es el que me ha llamado la atención.
La autora cuenta la vida de esta mujer, pasando por diversos problemas. Trata el aborto , la tristeza, la relación con la sociedad, el divorcio en épocas anteriores, malos tratos… Sí es cierto que es una novela que se centra en los sentimientos negativos, pero después de leer todas estas escenas tan duras resurge un hilo de esperanza, de luz, de que todo pasa tarde o temprano. Tampoco quiero relatar capítulo a capítulo todo lo que pasa en esta obra de 100 páginas.
Sin embargo, sí que me gustaría indicar ciertos aspectos que creo relevantes para todo lector que se quiera adentrar. Los capítulos son cortos, algunos de ellos no superan las cuatro caras —dos páginas—. A su vez, hay intercaladas diferentes imágenes que hacen que la lectura sea más rápida, más llamativa. La autora no tiene una prosa enrevesada ni usa continuas subordinadas: es una pluma sencilla, cómoda. Finalmente, lo que más me ha gustado han sido los personajes. Susana ha creado personas, no personajes: son corrientes, vivos, con sus virtudes y defectos. Es llamativo que en una obra tan breve se pueda llegar a ese nivel de intromisión.
No tengo nada malo que decir de esta obra, me ha gustado muchísimo. Desde aquí animo a todo el mundo a leer Hijos de la tormenta. Es una obra que os resultará dura, pero que tiene una lectura muy agradecida. Hazte con ella y disfrútala.