Todos los lectores nos movemos por prejuicios; esto se acrecienta cuando nos enfrentamos a géneros que están catalogados como «menores». En este caso, aunque la obra se puede introducir perfectamente en lo policiaco, creo que va mucho más allá. En esta reseña de El productor de sueños intentaré demostrar por qué debéis darle una oportunidad al autor, Marino José Pérez Meler.
El autor nació en Santander hacia la mitad del siglo XX. En la actualidad vive en Tarragona, tras haber trabajado por diferentes lugares (tanto en España como en el extranjero). En lo relativo a su vida como autor, empezó a desarrollarla de una manera más constante cuando se retiró de su oficio, del Servicio Especial de Vigilancia Fiscal. Nos encontramos ante su segunda novela, El productor de sueños, finalista del Premio Planeta en 2012. Ha seguido publicando, quedando finalista en otros certámenes como el Premio Hispania de Novela Histórica. Sus novelas son tremendamente interesantes, donde cruza diferentes temas relevantes para la sociedad del momento.
El productor de sueños nos sitúa en los años 80, en la Costa del Sol, donde el contrabando y el tráfico de droga es una práctica habitual. Conoceremos a Gregorio Rodó, jefe de la sección Fiscal Antidroga. Por la parte antagónica, nos encontraremos con Mark Kramer, que podríamos catalogar como «jefe» de todas prácticas ilegales.
La estructura de la obra es algo diferente, pues no encontramos capítulos; hay tres partes, y estas, a su vez, se diferencian en pequeñas escenas. Esta forma de escribir, en mi caso, me ha ayudado mucho a engancharme a la lectura. Cada vez que termina uno de estos textos, el autor sabe cómo engancharte, cómo crearte la inquietud de querer leer más. Muchas noches me quedé hasta tarde porque pensaba «una escena más y lo dejo». Debo decir que la lectura de esta obra ha sido una completa experiencia, pues hacía tiempo que no me introducía tanto en una trama detectivesca.
Si tuviese que dar una breve explicación de por qué recomiendo este libro, sin duda destacaría la pluma del autor. No se limita, únicamente, a desarrollar a un personaje y estructurar una aventura con tintes policiacos. Los personajes se convierten en perfectos compañeros de viaje, quieres conocerlos, quieres saber sobre sus historias. Además, por mucho que el protagonista sea perfecto, llegas a empatizar con Mark, el villano.
Podría hablar largo y tendido sobre los sentimientos que me ha despertado cada personaje, cada pequeño matiz o gesto, pues todo tiene una correlación con sus personalidades. Sin embargo, quiero destacar ese juego que el autor construye entre un escenario real y una historia que, en principio, es ficción. Esa proximidad demuestra el autor sabe de lo que habla, que lo ha vivido en sus propias carnes —o que se ha informado perfectamente—. No quedan cabos sueltos importantes.
Finalmente, El productor de sueños es una obra que me ha encantado, realmente la recomiendo. Tiene una introducción rápida, el lector no se cansa de leer explicaciones que no llevan a ninguna parte, cada personaje tiene una función muy bien definida… Personalmente, es un buen descubrimiento para introducirme en otras obras del autor.
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