Uno de los principales problemas de la lectura son las expectativas. Lees muchas reseñas, todas posicionan la novela como “la mejor lectura del año”, te adentras en sus páginas y te llevas una sorpresa: no es lo que te esperabas. No obstante, cuando realizo estas reseñas, intento eliminar todas las ideas preconcebidas, todas las desilusiones que me he podido generar… Por eso mismo, la reseña de Km 123 de Andrea Camilleri va a viajar, constantemente, entre la subjetividad y la objetividad.
Objetivamente, el libro narra una historia de misterio, un thriller. Ester llama a Giulio, pero este no puede cogerlo, pues está siendo trasladado al hospital debido a un accidente de tráfico en el kilómetro 123 de la Vía Aurelia de Roma. No obstante, este nunca llega a responder al teléfono, ya que lo hace su mujer. Hasta este momento todo es perfecto, pero el argumento empieza a enrevesarse cuando comprendemos que la mujer, Giuditta está hablando con la amante de su marido. A partir de este momento, la historia se va complicando y entramos en una vorágine de misterio, amor y deslealtad que nos mantendrá pegados a las páginas.
La obra está dividida en 10 capítulos y cada uno de ellos está narrado por un personaje diferente. Como siempre suelo indicar en las reseñas, me hubiese gustado que el narrador estuviese mejor especificado. Esta surge al entender que esta novela no está narrada como habitualmente, pues son recortes de periódicos, mensajes de texto, llamadas telefónicas… El lector, en muchos momentos, puede encontrarse perdido, pues falta contexto. No obstante, me parece una forma entretenida y muy interesante de escribir una novela.
Subjetivamente, siento que esta novela no tiene una mayor pretensión que la de entretener un par de horas. Es divertida, entretenida y ágil. La pluma del autor es sencilla y comprensible. No encontrarás palabras complicadas que dificulten el entendimiento. Por lo tanto, debo decir en esta reseña de Km 123 de Andrea Camilleri que considero que ha cumplido con su principal objetivo: mantener en vilo al lector. No puedo no recomendar a obra. No me ha entusiasmado, pero sí entretenido. ¿Qué más le podemos pedir si el autor no busca más?