Con leer las primeras páginas de un libro, intuyo si me puede gustar o todo lo contrario. «La imponente silueta del faro se alzaba, de entre el rocoso acantilado, como un gigante pétreo». Es algo mágico, pues al conocer la prosa del autor/a puedo reconocer aspectos que disfruto o detesto. En este caso, me he guiado por los sentimientos positivos. En esta reseña de Las sonrisas del azul os contaré por qué lo recomiendo.
José María de Torres González nació en Madrid en 1968. Cursó Formación Profesional en la disciplina de Artes Gráficas y «trabajó casi treinta años para empresas del sector y algunas editoriales españolas». Siempre se ha sentido atraído por la novela policiaca y de misterio. En 2018 publica su primera obra, Árcángeles, aunque la escribe con anterioridad. Un año después, publica Un sendero de migas de pan. Esta novela es la continuación, aunque intuyo, por lo que he deducido, que son casos independientes. Lo que las une es el protagonista, el inspector de Policía Gabriel Almansa.
En este caso nos encontramos al cadáver de una mujer, indocumentada, con signos evidentes de violencia, ubicada en Tarifa, en una playa. Lo único que sirve para investigar el caso es una inscripción que tiene en su brazo. Sin embargo, si algo quiero destacar de esta novela es que el punto central, aunque sea la investigación, no versa sobre ello constantemente. Hay una lucha muy importante de Almansa con su interior: encontrar la armonía entre el mundo laboral y el personal. ¿Hasta dónde es correcto entregarse en un caso? Además, le acompaña el sargento Antonio Fajardo.
Sinceramente, ambos personajes son los perfectos para desarrollar este caso. Uno es el centrado, quizás podríamos catalogarlo como atormentado —dentro de un esquema muy personal—, y el otro es el alocado. Eso sí, dentro de su locura encontramos una gran sensatez. Se completan a la perfección y tienen una evolución envidiable, perfecta para enganchar al lector.
Para más inri, esta novela no solo me ha gustado por los personajes, sino también por las emociones que genera en el lector. Te hace pensar que lo correcto, en muchas ocasiones, no es lo indicado. Y viceversa. Que el autor tenga el poder de generar esas contradicciones en el lector me parece envidiable. A su vez, siento que el autor sabe muy bien cuándo atacar, cuándo frenar y, en qué momento, dar más información. Es genial.
La obra ocupa algo más de cuatrocientas páginas, pero las he leído como un suspiro. Hasta las descripciones de los escenarios del crimen, sobre todo, me han parecido adictivas. En menos de una semana lo he terminado. Podría introducirlo perfectamente dentro de los 30 mejores libros policiacos (del año pasado y en lo que llevamos de este).
Me gustaría hablar sobre el final. Durante toda la novela me he estado temiendo lo peor. Por momentos se me pasaban ideas coherentes, en otros momentos no sabía cómo podía terminar. El final es el correcto, el perfecto, el indicado. Eso sí, ¿me he quedado con ganas de más? Sinceramente, sí. Creo que el autor ha hecho un gran trabajo y que debería leerle mucha más gente. Es un gran libro del género.
Son una lectora enamorada de sus novelas.
Las dos primeras son emocionantes , con un gran suspense hasta el final.
Esta tercera es mucho más extensa y con muchísima más intriga. No podía despejar los ojos de sus páginas.