La muerte siempre es un proceso complicado. Las personas que sufren una perdida tienen muchas formas de afrontar ese dolor, pero este sentimiento puede ser tan poderoso que te haga olvidarte de ti mismo. Y, para ser sinceros, nadie nos enseña cómo hay que gestionar estos sentimientos, esa pena tan fuerte que surge al pensar que no volverás a ver a esa persona. En esta reseña de Invitación para: volver a vivir mostraré las razones por las que recomiendo este libro para superar este duro trance.
Adela Martínez Gómez es la autora de este libro. Además de sufrir la pérdida de su hermana, también se ha formado en este ámbito, con el objetivo de ayudar a otras personas y que puedan llevar el duelo de la mejor manera posible. Es máster en coaching profesional, programación neurolingüística y mindfulness. Es la creadora del proyecto Volver a vivir, donde se ayuda y acompaña a personas que sufren la perdida de un ser querido. Además, es socia-fundadora de la Asociación Lucía —parte de los beneficios de esta obra se destinarán a esta asociación.
Invitación para: volver a vivir es un libro que está enfocado, precisamente, a estas personas que sufren, aunque también es indicado para las personas a las que les resulta interesante. En mi caso no he sufrido ninguna perdida reciente, pero me ha ayudado también a adquirir recursos para controlar algunas emociones que siento que me superan. Seguramente, y me atrevo a decir, este es uno de los factores que más he disfrutado de la lectura.
En esta obra no hay prejuicios, no hay luchas de sentimientos —ninguno es mejor que otro, todos se deben abrazar y usarlos para crecer como personas—. La autora, Adela, cuenta partes de su proceso y el lector aprecia que todo ese dolor lo ha convertido en su modelo de vida: quiere ayudar, no quiere que nadie pase por eso. Sin embargo, y algo que quiero destacar, ella no señala ni obliga a nada, todas las enseñanzas tienen un proceso que ella muestra y disecciona.
En sus 130 páginas, lograrás poner nombre a lo que estás sintiendo, convenciéndote de que tiene solución. No obstante, me gustaría destacar algo que me ha gustado mucho. Hacia la mitad del libro, cuando explica las fases del duelo, la autora en el lloro. Habla sobre las personas que llorar les produce más tristeza, y esa situación se convierte en la pescadilla que se muerde la cola.
Todo está explicado de una forma muy correcta, indicando, sobre todo, que «este libro es conocimiento, tienes que ponerlo en práctica y vivir la experiencia; solo así se convertirá en sabiduría». Es probable que en mi caso el libro no haya hecho tanta mella, pues no me encuentro en esa situación, ni nunca la he sufrido en mis propias carnes, pero me atrevo a decir que es un libro perfecto para superar el duelo que genera la perdida de un ser querido. Desde aquí le doy las gracias a Adela, pues ha hecho un trabajo estupendo, perfecto para que esta sociedad siga avanzando en la salud mental, asignatura olvidada por muchos.
Encuéntralo en este enlace.