Con la vida desenfrenada que todos llevamos, no tenemos tiempo de pararnos a pensar. Algunos de nuestros conflictos —tanto sociales como personales— se podrían solucionar si echamos la vista atrás. Por eso mismo, aunque guardando las distancias, disfruto leyendo este tipo de libros. Me obligan a revisitar la historia y conocer partes que no conocía. En esta reseña de El lugar donde nacen las sabinas os contaré qué me ha hecho sentir.
Pedro Saz Pérez nació en Valencia en 1955. Esta, El lugar donde nacen las sabinas, es su cuarta obra. Las anteriores pertenecen a la misma saga, El legado del Sabinar. Se centran en la cotidianidad de una familia natural de Monterde de Albarracín. Además, Saz es doctor en Historia por la Universidad Literaria de Valencia. Como bien se indica en su biografía, «Su labor investigadora se ha centrado durante la etapa contemporánea, colaborando en numerosos libros y artículos sobre la temática social, política y económica de la sierra de Albarracín en aquella época».
Hay novelas que se centran en los personajes, otras en la propia historia y otras, como este caso, que es relevante el conjunto completo. Nos encontramos con Rubén, Violeta y su hija Libertad, una familia de Monterde de Albarracín que viajan hacia el exilio en Toulouse en 1948. La guerra civil española terminó hace años, pero como perdedores no encuentran la tranquilidad que necesitan. Lo que encontraremos en estas páginas es una historia de superación, de movimiento político, de reconstrucción de una familia que no podía vivir en paz.
Pasados los años, la hija de la familia, con su compañero Gabriel, regresan a España, fijando su residencia en el barrio valenciano Benimaclet. Aquí, ella, empieza a ver la movilización obrera y los diferentes movimientos sociales que surgen. Sin embargo, me gustaría remarcar una cuestión: las ideas políticas, tanto de un lado como de otro, están formuladas correctamente. No son simples ideas, no son personajes que están alineados a una fuerza por gusto. Todos los personajes, al igual que los ideales, están representados y explicados históricamente. Así se escribe bien un libro; y por supuesto se lee.
Hay varias características que me gustaría destacar:
- El autor es un experto en el tema. Ha dedicado gran parte de su vida a la investigación histórica. Su tesis, por ejemplo, se titula: «Entre la utopía y el desencanto: la Comunidad de Albarracín en la encrucijada del cambio (1910-1936)». Es un experto en el tema.
- La forma de narrar no es precisa, pero ese cuidado que le presta a los párrafos aporta gran sensibilidad. Leer sus páginas es como teletrasportarse a aquella época tan desconocida para mí.
- Aunque este sea el cuarto libro de la «saga», se pueden leer de forma independiente. Lo único que se repiten son algunos personajes o pequeños guiños a tramas anteriores.
- El libro está compuesto por casi novecientas páginas. No te preocupes, de verdad, lo leerás en poco tiempo. Dedícale el tiempo que tengas y te aseguro que te engancharás. A mí me ha sucedido.
Es un buen libro, sí, indudablemente. El autor ha hecho un gran trabajo de escritura y documentación. He disfrutado mucho su forma de narrar, la evolución de sus personajes y los ambientes tan bien plasmados. ¿Y si leo los anteriores tomos?