Adoro leer libros de autores noveles y encontrarme obras con recursos llamativos muy importantes. Con la simple lectura de un capítulo, el lector puede entender que está ante una novela trabajada, muy pensada y con unas construcciones lingüísticas específicas: pocas cosas hay al azar y me gustaría explicarlo todo. En esta reseña de Las rosas de mi habitación seré lo más sincero posible.
Daniel Cuadrado Romera nace en Valladolid en 1995. Estudió Publicidad y Relaciones Públicas. Además, cursa uno de estos años dentro del programa Erasmus, destinado a Groningen, en Países Bajos. Esta experiencia le hace desarrollar su punto literario, enfrascándose en la escritura de esta obra que estamos reseñando. Esta es su primera novela. También se siente interesado por la danza, por el cine y por la publicidad, por supuesto.
Las rosas de mi habitación, aunque no me gustaría desarrollar mucho la trama, pues considero que uno de sus grandes fuertes es el misterio que emana, cuenta la historia de Gabriel y Héctor, dos jóvenes que tienen una relación amorosa. Sin embargo, Gabriel decide irse de Erasmus. ¿Podrán aguantar la relación a distancia? ¿Les supondrá mucho la distancia? Sin embargo, esta historia no será la típica de conflictos emocionales donde se dejan, vuelven, se dejan, vuelven y termina la historia. Aquí hay mucho más.
Este libro presenta, en mi opinión, un nuevo horizonte en la literatura. No quiero decir que sea revolucionario ni algo que nunca se ha presentado, pero los conflictos de los personajes se ubican perfectamente entre los problemas que tiene la juventud. No es un libro pretencioso, no va de lo que no es: cuenta la verdad, la realidad, lo que es y no se tiene miedo de mostrar.
El autor tiene una gran maestría para mover a los personajes atendiendo a su conveniencia. No es fácil movilizar a tantos personajes sin que lleguen a saturar y que todos tengan, en realidad, algo interesante que contar. Disfruto mucho cuando todos los personajes tienen alguna forma de implicación con las decisiones del protagonista. Sé que no es fácil, pero Daniel Cuadrado parece que lo hace con completa agilidad.
Este libro tiene 27 capítulos sin contar los agradecimientos y el epílogo. Está formado por unas 300 páginas y en realidad siento que se lee bastante rápido. En ningún momento he sentido que los capítulos me pesaban, que los personajes no congeniaban conmigo o cualquier aspecto que me entorpeciera la lectura: todo lo contrario. El tipo de humor, de relaciones entre los personajes y todos los aprendizajes que van adquiriendo podrían formar parte perfectamente de mi vida. Me ha gustado este libro, sí señor, de verdad.
Lo vuelvo a repetir, pero no quiero sonar tedioso: siento que este es el claro ejemplo de un libro sincero, que no lucha triunfar ni posicionarse por encima de ningún otro: presenta lo que es, lo que tiene y lo que ha aprendido. Encajaría perfectamente dentro de nuestro listado de libros románticos.
Las rosas de mi habitación me parece una estupenda recomendación para leer este verano. Encuéntralo aquí.
Ante todo se trata de una novela muy entretenida que se lee sin darte cuenta, en la que sus personajes son chavales que se encuentran en una ciudad extranjera participando en un curso de Erasmus. Las vivencias de estos jóvenes se narran a través de un lenguaje llano, directo y totalmente realista y sin cortapisas, lo que hace que al lector le resulte fácil involucrarse en la historia y empatice con sus actores y, fundamentalmente, con su protagonista principal y narrador. La amenidad de la lectura, por otra parte, se complementa con la profundidad de la historia narrada, al abordar temáticas múltiples como el desamor, la amistad, la psicología o el humor. En definitiva, una novela honesta, atrevida y buena muestra de un ejercicio de frescura literaria.
Daniel Cuadrado Romera debuta como escritor con su primera novela, ofreciendo un libro más que interesante. El relato se desarrolla en el ámbito de un curso de Erasmus en el que los personajes son alumnos universitarios en una ciudad extranjera, narrándose toda una serie de experiencias vitales, que se centran sobre todo en su protagonista, y que van a determinar en gran medida su posterior existencia. Todo ello, enfocado desde la coyuntura previa de la que partía dicho protagonista, marcada por una relación amorosa que se vuelve obsesiva y patológica y que va a condicionar su estancia en el curso. Al margen de otras virtudes indudables que caracterizan a esta obra, como pueden ser su fluidez narrativa, la precisa descripción literaria (detallando las características físicas y/o psicológicas de un personaje, un objeto o un lugar, proporcionando una reproducción fiel de los elementos que lo componen), o grandes momentos de humor como recurso que provoca complicidad con el lector y contribuye a amenizar la lectura, yo destacaría ante todo que la honestidad literaria del autor pues, con independencia de que el relato que contiene podría ser perfectamente real y verídico, la forma de expresarlo evidencia que el autor se mira en el espejo de la verdad y se autoanaliza sin huir de sí mismo. La realidad y la historia que tiene entre manos la refleja de una manera tan detallada y precisa que parece que la traspasa hacia el mismo, convirtiéndose en parte de su propia obra. Y de este modo, sus dudas, contradicciones y miedos los transforma en una creación artística de la máxima honestidad. Lo que hace que el lector pueda sumergirse en la profundidad del pensamiento del autor a fin de que pueda creer lo que le está contando. A mi juicio, ese es el mayor valor de la obra.